El encargo consistía en adaptar 320 metros cuadrados de entresuelo a las necesidades de espacio del propio cliente, cuyo deseo era ofrecer una imagen diferente y rompedora.
El espacio común, compuesto por la recepción y los dos volúmenes que la presiden, permiten organizar los diferentes despachos a su alrededor, dando lugar a una distribución más flexible y adaptable.
Estos dos módulos contienen además los distintos espacios de almacenaje de la recepción y de los puestos de trabajo situados tras el cristal oscuro, así como también envuelven los dos aseos, cada uno de ellos en un volumen diferente.
El concepto de espacio abierto y la búsqueda de la luminosidad se consigue gracias a la elección de materiales, teniendo en cuenta tanto su atemporalidad como sus características de resistencia. Así, se opta por la madera, el mármol y el vidrio. A éste último se le otorga una importancia crucial, ya que es utilizado para delimitar los diferentes espacios de uso y trabajo de forma sutil.
Esta división permite filtrar toda la luz natural a las zonas más interiores y transmitir una gran ligereza visual, ya que se realiza a través de cerramientos de vidrio laminado translúcido y transparente, decorados algunos de ellos con vinilo al ácido para una mayor confidencialidad de los trabajadores.